Estaba interesada en hacer cursos de ingles en el extranjero así que no dude en consultar varias compañías para conocer los distintos destinos y ofertas posibles. La compañía que me pareció más competente en estos aspectos era Linguland, por lo tanto no dude en consultar un curso con ellos.
Decidí viajar a Liverpool porque era una de las ciudades que más me llamaba la atención conocer pues ofrece una gran variedad de oportunidades a nivel cultural y de diversión. Recuerdo que ese día mi amiga y yo estábamos muy ilusionadas y contentas porque teníamos muchas ganas de empezar nuestra aventura en el extranjero.
Al llegar al aeropuerto no tuvimos ningún problema pues nada más salir de éste nos informamos de cuál era el bus que nos venía mejor para llegar a nuestro apartamento. El chófer amablemente nos avisó para que nos bajáramos en la parada correcta. Encontramos el edificio sin dificultad y el conserje nos dio una cordial bienvenida. Soltamos nuestras maletas y no dudamos en bajar para buscar la academia y conocer un poco los alrededores. Sorprendentemente la academia estaba a tan sólo un par de minutos del edificio y el centro de la ciudad a pocos pasos más.
El primer día fue nuestra primera toma de contacto con los profesores y las personas que asistían regularmente a ella. Tuvimos la oportunidad de conocer a mucha gente de distintas nacionalidades y también a muchos españoles.
Empezamos a hacer planes y nuestra agenda muy pronto se llenó de eventos: nos apuntábamos a todas las excursiones que ofrecía la academia, organizábamos otras salidas por nuestra cuenta, visitamos la ciudad y otras cercanas, hacíamos fiestas, barbacoas en la playa, íbamos a pubs para ver los partidos del Mundial, a las discotecas, fiestas de despedidas de algunos compañeros, etc. Por lo tanto, todos los días teníamos mil cosas que hacer puesto que sólo íbamos a estar 15 días y teníamos que aprovechar cada día al máximo.
¡¡En definitiva, no nos dio tiempo ni a aburrirnos ni un solo segundo!!
La ciudad era fantástica y los paisajes que se podían divisar eran maravillosos: el puerto de la ciudad, el barrio chino, los edificios, las enormes catedrales anglicanas y católicas, los parques, los centros comerciales…
Efectivamente, el tiempo se nos pasó volando y poco a poco los días se nos fueron agotando. Los últimos días fueron muy entrañables pues se acercaba el momento que menos deseábamos: la despedida. Celebramos una “living party” en el apartamento e invitamos a todos nuestros amigos. Luego salimos por los pubs y discotecas y nos dieron las tantas… La despedida fue muy emotiva tanto con nuestros compañeros de piso como los amigos de la academia.
Sin duda alguna, he disfrutado de una experiencia que ha sido fantástica e increíble y por esa razón no dudaría en volver a repetirla muy pronto.
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